Esta receta no necesita muchos ingredientes y es súper fácil de hacer.
Un postre delicioso para los más golosos que dejará encantados tanto a niños como a adultos.
Yako-mer!!!
Mezclar todos los ingredientes en un Bowl grande.
Prepararemos previamente un plato hondo con azúcar y en una sartén pondremos a calentar el aceite.
Echaremos harina hasta que la masa la podamos coger para moldearla con las manos.
Para que no se nos quede pegada y la forma sea redonda, primero vamos a echarnos harina en las manos.
Por último, hacemos una bola redonda y con el dedo índice haremos un agujero en el centro de la bola.
Cuando el aceite esté caliente echamos la masa que hemos moldeado.
Bajamos un poco la temperatura del fuego para que se hagan bien por dentro, y damos la vuelta a los roscos para que no se quemen.
Los sacaremos cuando estén dorados y los echaremos rápidamente en el plato de azúcar, dándoles la vuelta para que se les pegue bien el azúcar. (Ver curiosidades)
Y listos para comer y disfrutar!
Si queremos que el azúcar se quede bien incrustado en nuestros roscos, tenemos que echarles el azúcar justo cuando los saquemos de la sartén de aceite.
Si nos esperamos unos segundos el aceite del rosco se secará y no se pegará el azúcar en nuestro rosco.